Al leer esta porción de La Palabra, tiene que provocar en nosotros la SEGURIDAD y ESPERANZA de que sólo SIGUIENDO A JESÚS alcanzaremos nuestro lugar con Él en el cielo.
Esto es lo que pienso cuando me remonto a aquel culto de Viernes Santo, del año 2003, en una Iglesia en Gurabo. Allí, al llamado que hizo el Pastor, me levanté de mi silla y dije públicamente que quería aceptar a Jesucristo como mi Señor y Salvador. En ese instante, me sentí perdonada, liberada y segura de una vida eternal.
UNO DE LOS HOMBRES al lado de Jesús en la cruz… LO ACEPTÓ.
Mientras que el otro, NO.
«Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?
Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso». Lucas 23:39-43
Es interesante destacar que la expresión “de cierto” en el griego significa “amēn” que se traduce en verdaderamente o así sea.
Jesús lo dijo para afirmar con autoridad y certeza, SU DIVINIDAD y SU PROPÓSITO cumplido en la tierra.
VIVAMOS CONVENCIDOS de que fuimos comprados por precio de Sangre redimidos y seguros da una eternidad con El Padre.
¡ACÉPTALO!